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miércoles, 18 de marzo de 2009

AUTOBIOGRAFÍA

Todo inicia con un vacio sideral en mi mente, simplemente no recuerdo nada sobre mi creación, ya que en aquel instante de fecundación tan sólo era un espermatozoide en proceso de gestación. Pero mis acciones humanas datan desde el día 22 de abril de 1989, a las cinco de la mañana aproximadamente, momento en el que llegué al mundo siendo un bebé, en un pueblito caluroso del sur-oriente del departamento del Tolima. Desde entonces, los mejores cuidados fueron destinados para mí, ya que era “la luz de los ojos” de mis padres.

Con el pasar del tiempo, el mundo giraba en torno a mi crianza, protección y educación, ya que anhelaban en mí la superación, la felicidad y el éxito acompañado del triunfo por mis posteriores resultados académicos. A raíz de esto, empezó mi época escolar cuando tenía cinco años de edad en un Centro Educativo; y fue allí donde la plastilina, las témperas, el papel y demás elementos que todo niño usa para “trabajar en clase” se convirtieron en los primeros trazos hacia mi futuro.

Prosiguieron los días y con ellos la adquisición de conocimientos básicos en matemáticas, inglés, español, ciencias naturales, sociales, ética, etcétera; que al unirse, formaban un bagaje y/o un grupo de nociones sobre el mundo en el que vivía. Gracias a lo anterior y a mi desarrollo como estudiante escolar recibí en el año de 1999 un diploma que certificaba mi satisfactorio desempeño durante el proceso de Educación Básica Primaria. Quizás éste fue el primer momento en el que deleité el sabor del triunfo y de la emoción, porque descubrí que los esfuerzos y las metas nos conducen al éxito de nuestras vidas.

Luego llegó diciembre con su alegría, Año Nuevo con vino y galletas y Reyes Magos con la presentación de un examen de admisión para ingresar al colegio más popular de la localidad;el cual, en aquel entonces, era el mejor colegio del pueblo, sin desmeritar la labor desempeñada por las otras instituciones que habían en el lugar.

Sin pensarlo dos veces, presenté el tan sonado test y no les puedo negar que muchas de las preguntas de aquel parecían jeroglíficos para mí y fue en aquel instante en el que descubrí que la tan usada frase “Dios y suerte” es verdad, porque cuando no se sabe, se responde al pinochazo dejándole eso al destino.

Para mi fortuna logré cupo en aquella institución, pero no imaginé lo que esto me depararía y mucho menos el vuelco que daría a mi existir, porque fue a partir de este suceso que empecé a desarrollar mis habilidades comunicativas y sociales: me convertí en la participante de cuanto evento, representación, izada de bandera o socialización se realizara en la institución; lógicamente eso hizo que ganara muchas admiraciones y también muchas enemistades por parte de quienes no compartían mis deseos por ser cada día mejor.

Pero los triunfos hasta ahora empezaban a llegar, ya que representando junto con dos compañeras más al colegio en un evento organizado por CORTOLIMA, ganamos un viaje a Cartagena y Santa Marta por ocho días con todo pago; en ese momento comprendí que este había sido mi primer gran resultado durante el bachillerato, ya que hizo de mí una estudiante ejemplar entre mis compañeros y profesores.

Así fue transcurriendo mi vida en la secundaria pero llegó María, la novela de Jorge Isaac, quien despertó en mí el interés por la literatura. Posteriormente leí algunos textos más, entre los que recuerdo uno titulado Papillón, en el que se relataba la vida de un preso en la cárcel ubicada en la Isla Gorgona. Pero fue Caballo de Troya, libro escrito por J.J. Benítez, quien influyó seriamente en mis pensamientos y en mi forma de ver la religión y el mundo católico, ya que el autor presenta un paralelo entre la versión que conocemos de la Sagrada Biblia y los registros obtenidos por unos científicos estadounidenses, durante un viaje experimental en una ‘máquina del tiempo’ a la época en la que Jesucristo vivió en la Tierra.

Supongo que ahora ustedes se preguntarán por la veracidad de lo escrito por J.J. Benítez, ya que es casi imposible comprobar este viaje al pasado; yo también lo hice, pero no me interesa mucho eso, me importa más el mensaje que me dejó el texto y la nueva perspectiva que me presentó el autor con ese libro, del cual hoy existen 8 partes.

Después de esto, descubrí que mis estudios universitarios se inclinarían hacia la Comunicación Social – Periodismo ya que, como decían muchos, esa era la carrera que debía estudiar. Confieso que mi mamá no era la más feliz con esta decisión, ya que consideraba que era muy arriesgado y peligroso ir a cubrir eventos en lugares donde la situación armada no era la mejor; por ella hubiese estudiado Psicología o algo así, pero eso no era lo que yo quería: yo soñaba con estar frente a una cámara narrando sucesos o escribiendo en un periódico todo lo que acontecía dentro y fuera del país, porque deseaba encontrar la verdad de los hechos.

A parte de soñar con mi futuro, anhelaba que llegara el día tan esperado por todos en el grado undécimo: la graduación. Y más temprano que tarde llegó; todos estábamos vestidos con toga y birrete, iniciaron los actos protocolarios del evento y se empezaron a entregar los diplomas de graduación. De aquel acontecimiento conservo un anillo con forma de corona, que representa el haber logrado el título de Bachiller Técnico con Énfasis en Gestión Empresarial.

En el semestre A de 2006 llegué a vivir a Ibagué con el objetivo de iniciar estudios en Secretariado Ejecutivo Bilingüe en el Politécnico Central. Todo marchó de maravilla pero se prendieron las luces de mi futuro cuando la Universidad del Tolima abrió inscripciones para el semestre B de 2006 en la carrera de Comunicación Social – Periodismo y fue allí cuando decidí dejar el Secretariado para iniciar mi camino.

Fue entonces cuando la felicidad iluminó mis deseos, y el esfuerzo por ser mejor superó el miedo que poseía al saber que debía enfrentar un mundo en el que la diversidad cultural reinaba y más porque desconocía las costumbres, ideologías e inclinaciones políticas de unos y otros en la Universidad.

Sin darle mucha trascendencia a mi temor, inicié con todas las ganas del mundo mis estudios y día tras días me exigía más porque aspiraba lograr, a toda costa, la beca académica que otorgaba el Alma Mater.

Sólo puedo decirles que logré la tan anhelada beca y que desde aquel entonces, han pasado cinco semestres en los cuales he conocido gente valiosa que me ha vendido el deseo de vivir y de superarme.

Aunque no he logrado trabajar en medios masivos de comunicación, pude laborar en la Oficina de Comunicaciones del Comité Departamental de Cafeteros del Tolima, gracias a un convenio universitario, en donde desarrollé actividades que tenían que ver con mis estudios actuales.

Ahora, sólo me resta decirles que me siento orgullosa por haber escogido esta carrera y como dice el ilustre Gabriel García Márquez, el periodismo es el mejor oficio del mundo.