El sueño de todo estudiante universitario es poder ejercer su profesión algún día. Para ello, son muchos los esfuerzos y sacrificios que se deben hacer.
No todos los jóvenes en nuestro país tienen la oportunidad de llegar a estudiar en una universidad, ya que problemas de índole económico, social, político, cultural, entre otros, los frenan en su afán de convertirse en algo más que bachilleres con énfasis en algún campo en especial.
Pero, hay quienes llegan a las puertas del Alma Mater y pierden el rumbo con el cual arribaron. Las fiestas, los amigos, los noviazgos, los paseos, y en el peor de los casos, las drogas, se convierten en el diario vivir de aquellos seres que de niños soñaban con ayudar a sus padres y con devengar un sueldo mensual gracias a los conocimientos que adquirieron cuando eran adolescentes.
Lágrimas ruedan por los rostros de quienes aman a esos “aventureros del saber”, al comprender que deben partir hacia un lugar desconocido con tal de transformarse en lo que siempre han anhelado en el hogar. Todas las ilusiones son depositadas en ellos, con el fin de encaminarlos por el sendero del bien, del éxito y la gloria.
El hambre, la soledad, el estrés, el cansancio y otros factores más, acompañan en ese largo pasaje de trasnochas y desvelos a los futuros nuevos profesionales del país; uno que nos muestra con escandalosas cifras, el desempleo y la inseguridad social.
Cuando son superados todos aquellos inconvenientes que se presentan durante la formación universitaria y son exhibidos ante el mundo como graduandos en… llegan las sonrisas, los abrazos, los besos y las caricias de aquellos que mostraron durante ese proceso, que no es bueno quedarse sólo con el título de bachiller sino que el conocimiento que se puede adquirir durante los años posteriores a la salida del plantel escolar, los ayudará a ser personas con más renombre y mayores oportunidades a la hora de aspirar una vacante laboral.
No todos los jóvenes en nuestro país tienen la oportunidad de llegar a estudiar en una universidad, ya que problemas de índole económico, social, político, cultural, entre otros, los frenan en su afán de convertirse en algo más que bachilleres con énfasis en algún campo en especial.
Pero, hay quienes llegan a las puertas del Alma Mater y pierden el rumbo con el cual arribaron. Las fiestas, los amigos, los noviazgos, los paseos, y en el peor de los casos, las drogas, se convierten en el diario vivir de aquellos seres que de niños soñaban con ayudar a sus padres y con devengar un sueldo mensual gracias a los conocimientos que adquirieron cuando eran adolescentes.
Lágrimas ruedan por los rostros de quienes aman a esos “aventureros del saber”, al comprender que deben partir hacia un lugar desconocido con tal de transformarse en lo que siempre han anhelado en el hogar. Todas las ilusiones son depositadas en ellos, con el fin de encaminarlos por el sendero del bien, del éxito y la gloria.
El hambre, la soledad, el estrés, el cansancio y otros factores más, acompañan en ese largo pasaje de trasnochas y desvelos a los futuros nuevos profesionales del país; uno que nos muestra con escandalosas cifras, el desempleo y la inseguridad social.
Cuando son superados todos aquellos inconvenientes que se presentan durante la formación universitaria y son exhibidos ante el mundo como graduandos en… llegan las sonrisas, los abrazos, los besos y las caricias de aquellos que mostraron durante ese proceso, que no es bueno quedarse sólo con el título de bachiller sino que el conocimiento que se puede adquirir durante los años posteriores a la salida del plantel escolar, los ayudará a ser personas con más renombre y mayores oportunidades a la hora de aspirar una vacante laboral.
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