El mundo está rodeado de discriminación sea por raza, color, estrato socioeconómico, edad, etc. Pero en el documental titulado Nacidos en el Burdel notamos segregación contra los niños hijos de prostitutas.
85 minutos de proyección fílmica bastan para comprender la situación que viven los habitantes del Distrito Rojo en Calcuta, India. Esta zona es denominada como prohibida y quizás hasta pecaminosa, ya que la prostitución es un delito en esta parte del mundo.
Este documental dirigido por Ross Kauffman y Zana Briski nos hace testigos de una verdad imperante y dominante en la sociedad: ejercer la prostitución como tradición en medio de un entorno en el que se trabaja desde pequeño y se vende el cuerpo como objeto sexual desde muy temprana edad.
En un principio, este documental relataría el día a día en el Distrito Rojo. Pero la interacción entre las directoras y los hijos de las prostitutas del burdel hizo que ellas cambiaran la historia y centraran el proyecto sobre la vida de los infantes.
Zana Briski y su compañera de trabajo descubrieron que la fotografía despertaba curiosidad en los niños. Por esta razón, ellas decidieron enseñarles este arte para que descubrieran una herramienta que les permitiera construir un futuro distinto al que les esperaba: uno en el que la prostitución se ejerce desde los 12 años, y en el que vender drogas o alcohol era algo cotidiano. Y fue precisamente este hecho el que hizo que el proyecto cambiara: la vida del burdel pasó a un segundo plano siendo más importante ubicar como protagonistas a los niños del Distrito Rojo.
Son muchas las fotos tomadas por los niños y en ellas se retratan sus sueños y la resignación con la que afrontan el mundo en el que viven. La pobreza es predominante, el mal trato en muchos casos es desesperante y la aceptación por parte de los esposos para que sus parejas se prostituyan es insoportable.
Las fotos fijas, los testimonios de los niños y de sus padres o familiares se intercalan con las imágenes en movimiento de la cámara participante. Es tal su papel que permite al espectador sentirse un protagonista más del documental.
Pero el papel de Briski y Kauffman no terminó ahí: su propósito era el de sacarlos de ese mundo tan oscuro y baldío y para lograrlo debían matricularlos en escuelas o internados para que empezaran a estudiar. Pero en India, para que ellos puedan estudiar no pueden ser hijos de delincuentes o criminales, clasificación en la que encaja la prostitución, la venta de drogas y alcohol.
La legalización de las matrículas fue muy complicada ya que se requerían los documentos de los niños y pruebas médicas, especialmente la de Elisa para comprobar que no eran portadores de VIH-SIDA. Después de mucho luchar, algunos ingresaron a la escuela mientras otros desertaron por voluntad propia o por sus padres.
Entonces, a partir de este documental podemos decir que NACIDOS EN EL BURDEL tiene un valor social incalculable ya que el cine posee el poder de transformar la vida de sus protagonistas y la de sus espectadores.
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