Pasan las horas y con cada minuto que llega, se acerca una pequeña persona de tez blanca, ojos cafés, mirada llamativa y de apariencia sonriente. ¿Quién será? No lo sé, pero escucho sus palabras y noto que se interesa por lo que presento día a día a través de mí duro cascarón.
Suena su teléfono celular y pasados unos segundos ella dice: “con Luisa Ospina”, creo que ese es su nombre… Luisa Ospina, ¡ese debe ser! Qué pequeña es, debe tener unos 17 años, aproximadamente y por su apariencia diría, que es algo mayor para tan corta edad.
Sigo observándola y concluyo que en ella hay muchos sueños y metas por cumplir, ojalá se hagan realidad. Pero sería un honor para mí, el poder algún día transmitir por mi carita de vidrio-cristal, su dulce sonrisa y su bello mirar.
Sigo observándola y concluyo que en ella hay muchos sueños y metas por cumplir, ojalá se hagan realidad. Pero sería un honor para mí, el poder algún día transmitir por mi carita de vidrio-cristal, su dulce sonrisa y su bello mirar.
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