Un segundo de amargura bastó para darme miles de dolor. Es el sumo ácido de la impaciencia el que agobia ahora mi ser.
Me encantaría poder contrarestrar esta amargura con el dulce sabor del placer, pero es inevitable sentirme gris.
Si pudiera solucionar los inconvenientes que existen en mi hogar, me sentiría diosa; porque podría devolverles el color rosa del amor.
Sin embargo, descubro que no lo puedo hacer... la distancia me absorbe y el dolor se posiciona cada vez más en mi interior.
Quisiera volar como mariposa. Quisiera ver el mundo desde lo más alto de las nubes. Quisiera paz interior. Quisiera... qué más quisiera?
Sólo quisiera felicidad. Sería diferente si nuestros problemas tuvieran una pronta solución.Y si no pasara esto, qué sería de mi? Posiblemente sería una flor marchita que nunca encontró el agua de la vida en medio del paraiso.
Por LuisaO
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