Diego es uno de los posibles ejemplos con los que se puede mostrar la cruda realidad de nuestro entorno social.
Eran las cinco de la mañana y el reloj despertador no había dejado de sonar. Su dueño, Diego Pinilla, recuerda que debe entregar un trabajo para la clase de Psicología Social, pero ya era tarde para hacerlo, debía partir en menos de una hora a su sitio laboral.
Diego es un hombre de veinte años de edad, de tez blanca, ojos cafés y cuerpo robusto. Posee un ánimo muy alegre, es amistoso y muy tierno con quienes conforman su entorno social. Aunque no posee el mejor promedio en su carrera, hace todo lo que esté a su alcance para lograrlo.
Me conmueve ver su figura caminar tristemente bajo la lluvia y lo peor, es que sobresale en él su desespero porque llegue la hora de regresar a su casa a descansar. Pero el hecho de recordar una vez más la entrega de su trabajo en la Universidad, le atormenta el existir y su cotidianeidad.
- Sé que usted es estudiante de segundo semestre de Comunicación Social-Periodismo en la Universidad del Tolima, ¿tiene conocimiento acerca de la cantidad de compañeros de su salón que actualmente trabajan?
- Realmente no. Pero supongo que son más de diez las personas que actualmente laboramos.
Tomando una taza de café, afirma: “Es muy difícil estudiar y trabajar al tiempo, ya que por hacer una cosa no se puede comenzar o terminar otra”.
- ¿Cuáles son los horarios que usted maneja normalmente?
- De ocho de la mañana a cinco de la tarde, laboro; de seis de la tarde a diez de la noche, estudio y el tiempo restante, lo dedico a la realización de los trabajos universitarios y a descansar.
Observando su vida, noto que las obligaciones laborales lo agotan ya que el trajín inmerso en lo corriente de cada día, son el desayuno, el almuerzo y la cena de quienes extienden sus energías para conseguir el sustento que les permitirá sobrevivir.
Sentado en un corredor, dice: “Por mucho que desee rendir académicamente, me doy cuenta de que es casi imposible. Para lograrlo, debería trasnochar todos los días, lo cual no me permitiría dormir. Además, me obligaría a olvidarme de las distracciones normales que son necesarias en el transcurrir de la juventud de una persona como yo”.
- Según me cuenta, es muy difícil laborar y estudiar a la vez, ¿por qué lo hace?
- Trabajo porque las condiciones económicas en mi familia no son las mejores y estudio porque deseo superarme, ser alguien mejor y de una u otra manera, poder ayudar a mis padres como lo han hecho conmigo hasta ahora.
Llega la hora de comer y consigo el momento propicio para tomar un descanso en medio de tanto trabajo. Pero vuelve a su mente la elaboración de su tarea para la universidad. Este recuerdo lo lleva a tomar de su escritorio, un lápiz y una hoja de papel, en los cuales plasma el desarrollo de esa actividad que desde la madrugada de aquel día, le había cobrado momentos de tensión y mucho estrés. Aunque sabe que es un texto mediocre, prefiere sacar un 3.0 que un 0.0 como calificación.
- Según su opinión, ¿es favorable tener amigos en el salón de clases?
- Creo que sí, porque aparte de ser mis confidentes, son mi mayor ayuda en el salón. Cuando no puedo ir a clase, ellos me cuentan lo que pasó en su transcurso. Inclusive, no puedo negar que en ocasiones me incluyen en algunos trabajos, ya que ellos conocen mi condición de tiempo y espacio. A ellos debo mucho de mi carrera y quizás lo que he aprendido en ella hasta hoy.
Después de arreglar algunos problemas en su sitio de trabajo, decide salir de él para estudiar un poco antes de llegar a recibir clase. Nota que es un poco tarde para hacerlo, por lo que toma una buseta de transporte público, la cual muy seguramente lo dejará cerca de la casa de sus amigos para retomar junto con ellos la idea de “repasar”.
Mirando hacia la calle, triste y muy melancólicamente trae a colación una anécdota vivida con unos compañeros de trabajo hace unas semanas atrás, diciendo: “Me invitaron a una fiesta, la cual fue programada internamente en la empresa que laboro hace ya un año; mis compañeros sabían que no podía asistir a ella por que tenía parcial de Seminario de Escritura Creativa ese mismo día a las seis de la tarde. Se burlaron de mi condición y me criticaron toda la semana siguiente. Para mí, eso es muy aburridor porque sin querer, uno se convierte en el `aguafiestas de la compañía’”.
- Eso que me acaba de contar es muy lamentable. ¿Cree usted que a sus demás compañeros les pasa lo mismo en sus sitios de trabajo?
- Muy posiblemente. La gente por lo general aprovecha esas cosas para burlarse de los demás. De todas maneras, espero que a mis colegas que laboran no les pase como a mí, porque es muy difícil aguantar las chanzas de quienes quizás disponen de tiempo para recrear sus mentes y sus vidas; cosa que nosotros no podemos hacer por falta de espacio en nuestro diario vivir.
Después de repasar un poco, salen hacia la Universidad a aprender más sobre su carrera. Al llegar al aula que les corresponde por asignación académica, se sientan y empiezan a prestar atención a su docente ya que si no lo hacen no se formaran como lo que deben ser: Comunicadores Sociales-Periodistas de ejemplo para la sociedad. Un ‘entreguen los trabajos por favor’ se escucha tenue en el salón. Gradualmente pasan uno por uno los estudiantes a ceder su obra a la profesora que un poco cansada por el desempeño laboral, recibe alegre la tarea de sus estudiantes como normalmente lo hacen.
- ¿Qué le aconseja a quienes no laboran pero si estudian?
- Les aconsejo que aprovechen el tiempo y lo utilicen en cosas productivas, ya que personas como yo y como otros que por una u otra razón debemos trabajar, no podemos hacer uso de él.
Finalmente, llega la hora de partir a su dulce morada -como deseó durante todo el día- a descansar. Sabe que debe dormir porque lo espera un día nuevo; uno lleno de obligaciones y responsabilidades por cumplir.
Otra vez suena el despertador y gracias a su constante sonar, su dueño recuerda que es momento de despertar para ir a trabajar. Una vez más empieza la monotonía y el cansancio del matutino trabajar.
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